Alrededor del año 1157, el término de Salou había sido donado para ser repoblado, por Robert d'Aguiló, a Pere Rasura, en unos momentos de régimen co-señorial (el rey y el arzobispo), en el Campo de Tarragona. El posible fracaso de la repoblación, dejaría sin efecto la donación, motivo por el cual, en julio de 1194, en Prades, el rey Alfonso I el Casto, hijo de Ramon Berenguer IV y de Petronela de Aragón, adjudicó el puerto de Salou, junto con los estanques de La Pineda y todas las tierras, aguas y playas de los alrededores, a su alférez mayor Ximeno de Artusella, en unos momentos de intensificación de la colonización y de repoblación en la península ibérica.De todas formas esta nueva donación tampoco fue efectiva. El arzobispo de Tarragona la impugnó, ya que no se había contado con su opinión y consiguió del rey Pere I, su anulación, el año 1197. Posteriormente el Arzobispo y la Mitra tarraconense adquirieron la totalidad de la propiedad de Salou.